La experta en transporte cree que llegó el momento de que el Estado y los privados desarrollen la infraestructura.
«A veces un bozal ideológico nos impide crecer». Silvia Sudol cree que llegó la hora de que tanto el Estado como el sector privado se pongan los pantalones largos para superar el déficit de infraestructura que impide que el país crezca y se desarrolle. «El Estado tiene que dejar de tener tanta ideología y de ver a los empresarios como el conde Drácula, y los empresarios, empezar a pensar más en el país y a invertir junto con el Estado para mejorar la infraestructura. Tienen que formarse y no me refiero sólo a lo académico, sino a entender el mundo de hoy, que no tiene nada que ver con el de los 60 o 70. En los próximos años, será clave la cooperación público-privada», arranca. Doctora en Ciencia Política por la Universidad de Varsovia y ex directora del Departamento de Transporte Internacional de Fadeeac, acaba de presentar el libro Los caminos de la integración. América del Sur: transporte, comercio e integración regional, en coautoría con la brasileña Sonia Rotondo.
-Hay una idea generalizada respecto de la falta de políticas específicas para el sector. ¿Es que no hay especialistas en el país o quienes ocupan los cargos más relevantes no están a la altura de las circunstancias?
-Gente tenemos. Hace poco, en el Encuentro de Transporte Fluvial en Rosario, me encontré con personas con las que estamos dando vueltas en los temas de transporte desde hace por lo menos diez años. Muchos venimos desde otras áreas. Hay consultores como Ricardo Sánchez, de Cepal, que hizo una ponencia extraordinaria con una visión amplia de lo que son puertos fluviales y marítimos, pero también transporte e infraestructura. Lo digo porque a veces hay quienes en la Argentina tienen una visión tan ideológicamente deformada y piensan que alguien de la Cepal porque mira al país desde afuera -aunque sea rosarino como Sánchez- es un vendepatria. A veces tenemos un bozal ideológico que no nos permite crecer. Me remito a un ejemplo latinoamericano, de un presidente que tiene un discurso similar al de la Argentina y Venezuela, pero que en la práctica es muy diferente: Correa. El mandatario ecuatoriano, tal vez, tiene un discurso ideologizado, pero la moneda corriente en el país es el dólar, no hay cepo cambiario y la economía es bastante abierta. Correa, que es egresado de Harvard, visitó EE.UU. varias veces para reproducir Silicon Valley en Ecuador.
-¿Por qué cuesta que se entienda la relevancia de la infraestructura y el transporte para el desarrollo del país? ¿Es un déficit comunicacional del sector o de los funcionarios para escuchar? ¿Siempre fue así?
-No. La región ha hecho varios intentos de integración en distintas etapas. Mencioné la Cepal. Desde los 60, incluso desde el siglo XIX con conferencias interamericanas y demás. Pero en 1991, cuando surge el Mercosur, había un espíritu interesante para la región donde se veía al comercio vinculado a la integración. En el libro, señalamos que el problema es que nos definimos finalmente por una unión aduanera imperfecta y no por un mercado común, como Europa. Por eso no tenemos libre circulación de bienes y servicios más allá de que ése sea el artículo 1º del Tratado de Asunción. Desde que se firmó el acuerdo -y creo que será así si no se cambia el concepto de la integración- necesitaremos siempre de controles en las fronteras, que son aduaneros, pero también migratorios.
El portuñol se desarrolló mucho más en la frontera entre la Argentina y Brasil desde el surgimiento del Mercosur. En los 60 aún había una visión geopolítica de la relación bilateral.
-Resulta paradójico que en momentos en que todos los gobiernos del Mercosur parecen alineados ideológicamente es cuando se estanca el bloque.
-Es que cuanta más ideología copa la realidad, ésta se tergiversa y termina siendo lo contrario de lo que dicen los discursos. Para que una integración sea cierta se tiene que trabajar en conjunto, tiene que haber un proyecto común, intercambiar más comercio. ¿Cómo va a ocurrir eso si tenemos trabas de todo tipo? Las cifras muestran cómo viene disminuyendo el intercambio comercial.
-¿Cuáles son las variables que debería atender el próximo gobierno para recuperar la competitividad?
-Es muy difícil priorizar porque todas las variables están un tanto descontroladas. Si fuera psicóloga, diría: primero hay que estar en paz con uno mismo para poder relacionarse con los otros. Lo primero es volver a tener seguridad jurídica para que los empresarios inviertan. Toda la región necesita inversiones. Hace falta una visión integral del transporte.
-¿Sirve el Mercosur tal como está?
-Está bastante paralizado, necesitamos sacudirlo un poco. Desde el punto de vista de la estructura jurídica y los acuerdos firmados, hay cosas que se han hecho muy bien. Más allá del nombre de los funcionarios y de la estructura del organismo en sí, hay que destacar lo hecho por la Aduana argentina durante la última década. Es el único ámbito del Estado argentino y de los países del Mercosur que siguió vinculada al mundo. Hizo la tarea que le bajó la Organización Mundial de Aduanas, fue la locomotora del Sistema Sintia -que permite el seguimiento informático de los tránsitos-, incluso Chile y Bolivia lo establecieron. Cuando se trabaja seriamente y vinculado a las tendencias en el mundo, las cosas pueden funcionar bien. Eso mismo tenemos que hacer en todos los otros ámbitos, la economía, el comercio exterior y la Cancillería.
Fuente: www.lanacion.com.ar-Por Florencia Carbone