Los pasos fronterizos de Latinoamérica no tienen las tecnologías necesarios para que la región desarrolle una logística competitiva.
Las fronteras en América Latina parecieran haberse quedado detenidas en el siglo XX, ya que en la mayoría de esos trayectos hay largas colas, tiempos perdidos y costos adicionales para los transportistas y usuarios, en muchos casos vecinos de las áreas aledañas a la frontera que comparten lazos familiares o de negocios.
Según un informe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), desarrollado por Sandra Corcuera-Santamaria, estas carencias tienen un impacto negativo para todos. El transportista pierde rentabilidad por tener su camión parado, el exportador ve mermado su potencial de crecer, el importador reduce ventas por ajustes de precios al alza y el sector público se resiente producto de las ineficiencias de la gestión y de la inadecuación de recursos financieros y humanos.
“El resultado se traduce en una menor capacidad de los países de la región para insertarse en las cadenas de valor regionales y globales, y por ende en unos bajos índices de competitividad y desarrollo económico en general”, asegura el texto.
Corcuera-Santamaria precisó que el BID está apoyando técnica y financieramente el diseño o la implementación de Sistemas Inteligentes de Control de Gestión en varios corredores y pasos de frontera, como el de Cristo Redentor, entre Argentina y Chile; Rumichaca, Ecuador y Colombia; Huaquillas, Ecuador y Perú, y en Pasos de Frontera de Nicaragua y Costa Rica.
Precisó que una ruta inteligente es un corredor vial operado con tecnología y datos, que facilita una movilidad del flujo vehicular que satisface las necesidades de los usuarios de manera segura y económica.
Además, lleva a cabo un adecuado control y administración del tráfico, por lo tanto, si este tipo de ruta fuera parte de un corredor vial binacional fronterizo, facilitará un eficiente y eficaz seguimiento.
La especialista remarcó la necesidad de que las inversiones en corredores viales transfronterizos sean integrales y apunten a una infraestructura vial segura, a instalaciones funcionales y procesos optimizados y coordinados.
Una ruta inteligente requiere de Sistemas Inteligentes de Control y Gestión (SICG) del transporte de mercancías y de personas usen las últimas tecnologías, como etiquetas RFID de identificación de vehículos y de precintos de contenedores; equipos para el reconocimiento automático de matrículas; cámaras y detectores de altura de los vehículos y arcos de medición de radiación; lectores biométricos de reconocimiento facial, balanzas de peso total y por ejes y otras herramientas tecnológicas.
Un SICG aportará datos de calidad para la gestión de aspectos regulatorios, operativos y de seguridad y para la generación de estadísticas fundamentales para la elaboración de políticas públicas, lo que permite controlar, ordenar y agilizar el tránsito en un corredor vial y en los pasos de frontera.
Gracias a la tecnología las autoridades y los usuarios disponen de una mayor capacidad de planificación, gestión y de reacción. También, los usuarios externos (transportistas, despachantes de aduanas, importadores, exportadores) podrán consultar el estado de sus operaciones aduaneras en tiempo real a través de internet