Especialistas del BID analizaron la situación del transporte en la región y consideraron la importancia de las medidas para mitigar la emergencia.
“La combinación de medidas fiscales y financieras lo que mejorará las opciones de resiliencia del sector”.
La emergencia Covid-19 ha mostrado la importancia de las cadenas de suministro para el abastecimiento de los productos esenciales de alimentación, limpieza y salud, al ser el transporte por carretera un proceso clave para poder encontrar tales productos en supermercados y tiendas online. Conscientes de este rol, los gobiernos han exceptuado al transporte de carga de la prohibición a la circulación, implementada como parte de las políticas de confinamiento.
Sin embargo, en las últimas semanas, se advirtió sobre la situación precaria que los transportistas debieron afrontar durante sus viajes por falta de áreas de descanso y aseo, dado el cierre de estaciones de servicios, hoteles y restaurantes durante la cuarentena, hasta medidas tomadas por autoridades locales que dificultan o impiden el paso de los transportistas por sus municipios.
Unido a esto, las empresas del sector atraviesan una delicada situación financiera por el descenso de la actividad económica. Esta situación ya se había verificado en los países europeos, adelantados unas semanas en la aplicación de medidas para contener la crisis sanitaria.
Para reducir el impacto, Italia y España, por ejemplo, han tomado medidas que incluyen la fuerte provisión de financiamiento de capital de trabajo para las micro, pequeñas y medianas empresas (MiPYMEs) de sectores estratégicos y el aplazamiento y/o cancelación del pago de impuestos.
Para verificar si estas medidas podrían ayudar a las empresas de los países de la región, Santiago Sánchez, Felipe Bedoya y Agustina Calatayud, especialistas del Banco Interamericano de Desarrollo realizaron una microsimulación donde estimaron la solvencia de las empresas de transporte de carga de la región durante las próximas semanas.
Simularon tres escenarios. En el optimista, las empresas reducen sus ventas 20%. En el moderado, la reducción es de 40%. En el pesimista, la reducción de ventas alcanza a 60%. Asumieron que, tal como en Europa, los países de la región aplazarían el pago de impuestos por un año y facilitarían el acceso a financiamiento de las empresas a tasa de interés cero.
Con estas políticas, en el escenario optimista cerca de 60% de las empresas de transporte de la región podrían seguir operando en los próximos cinco meses sin tener que despedir personal. Una de cada dos empresas lo haría en el escenario moderado, mientras que 40% resistiría en el choque más acentuado. Estas políticas amortizarían el impacto en las microempresas, dado que tres de cada cuatro compañías que saldrían del mercado corresponderían a este segmento.
Además de permitir el funcionamiento de un sector clave para la economía, estas políticas contribuirían a reducir el impacto negativo de Covid-19 en el empleo. Sin estas políticas, el impacto podría ser dramático tanto para la seguridad en el abastecimiento interno, como en materia de empleo.
Sánchez, Bedoya y Calatayud advirtieron que sus análisis “demuestran que es la combinación de medidas fiscales y financieras lo que mejorará las opciones de resiliencia del sector. Como nunca antes, el sector necesita de acciones de política coordinadas que ayuden a su supervivencia”, concluyeron.