En el día de la Tierra, el BID publicó un especial sobre la influencia del sector en el clima.
Durante su discurso en la 73 sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU), el presidente Danilo Medina describió el cambio climático y el tráfico de drogas como las dos principales amenazas para la estabilidad y la seguridad mundial. En ambos casos, las consecuencias son miles de familias destruidas, daños colaterales en todos los aspectos del desarrollo humano y estados abrumados ante la magnitud del desafío al que se enfrentan.
Según una publicación especial del Banco Interamericano de Desarrollo por el Día de la Tierra, el sector del transporte está particularmente expuesto y es vulnerable a los impactos de los desastres naturales, y se espera que el cambio climático exacerbe los riesgos futuros. La infraestructura de transporte muestra vulnerabilidades significativas al clima extremo, como tormentas costeras, deslizamientos de tierra, inundaciones interiores y temperaturas extremas.
Tales eventos pueden interrumpir y dañar las conexiones vitales que brindan acceso a oportunidades económicas, a la educación, a la atención médica y facilitan la interacción social. Estos impactos pueden recaer sobre todo en poblaciones vulnerables, particularmente en áreas donde la disponibilidad de rutas alternativas u otras opciones de transporte es deficiente.
Se espera que el cambio climático provoque cambios locales en las temperaturas medias y extremas, así como cambios en los patrones, la duración y la intensidad de las precipitaciones. Estos cambios pueden dañar o incluso destruir la infraestructura de carreteras, ferrocarriles, puertos y aeropuertos. Además, los impactos sociales y económicos del cambio climático pueden cambiar los niveles y los patrones de la demanda de transporte.
Los activos de transporte dañados representan una parte considerable de las pérdidas económicas causadas por desastres naturales. Los activos de transporte representan una gran parte de los activos públicos y los presupuestos gubernamentales, y por lo tanto una gran responsabilidad en caso de desastres.
Las redes de carreteras a menudo son financiadas en su totalidad por el gobierno y la ayuda internacional. Esto significa que cuando las carreteras y los puentes son dañados por inundaciones o tormentas, los gobiernos soportan la presión fiscal para pagar los grandes costos de mantenimiento o reconstrucción.
Además, las redes de transporte generalmente ofrecen una baja redundancia debido al espacio físico limitado, poblaciones pequeñas y recursos financieros limitados. El daño a la infraestructura de transporte puede afectar la accesibilidad a servicios esenciales como escuelas y hospitales, y crear interrupciones comerciales para los sectores del turismo, la pesca o la agricultura, lo que exacerba las pérdidas económicas a largo plazo.
El sector del transporte desempeña un papel clave para garantizar la capacidad de recuperación de la población y las economías que enfrentan los fenómenos meteorológicos extremos, incluidos los impactos del cambio climático. El sector desempeña un papel central tanto en la construcción de la capacidad de recuperación de los países como en la respuesta a los desastres.
La conectividad es crucial en la capacidad de una población y una economía para hacer frente y recuperarse de los daños causados por los peligros. Para garantizar que los recursos humanitarios y de primeros auxilios puedan transitar de las ciudades capitales a las áreas afectadas después de que haya ocurrido un desastre, la infraestructura vial resistente es vital, concluyó el informe.