El presidente de la Cedol destacó que la actividad logística cobró un rol muy importante en los últimos tiempos a nivel mundial y también en la Argentina.
Las empresas logísticas locales enfrentan una serie de desafíos derivados de las particularidades de un país con una gran extensión, pero con una importante concentración poblacional en un área de menos de 700 kilómetros en torno de la Ciudad de Buenos Aires y basada en la supremacía del camión sobre otro tipo de transporte para encarar las operaciones en esa zona central.
Para Hernán Sánchez, presidente de la Federación Argentina de Empresas de Transporte y Logística (Faetyl), de la Cámara Empresaria de Operadores Logísticos (Cedol) y de la Asociación Latinoamericana de Logística (Alalog) “esas particularidades debemos aprovecharlas. No podemos compararnos con otras latitudes. Por ejemplo, el tren de cargas no tiene el peso específico que tenía en 1800 en ningún lugar del mundo. Pero, específicamente en nuestro país tampoco hay razón para tenerlo. Es un medio de transporte muy bueno para determinadas distancias y productos, pero requiere de una infraestructura que no existe, de volúmenes que tampoco tenemos, en distancias que tampoco vamos a tener”.
– ¿Cuáles son las expectativas para 2025?
– Hay cierta sensación generalizada de que se están ordenando muchas cosas y es muy bueno. Falta convencernos de que eso va a durar. Los líderes empresariales tenemos la obligación de pensar que nos conviene que al país le vaya bien. La logística está básicamente sustentada por empresarios locales que vivimos acá, nuestros hijos están acá y nuestras inversiones están acá. Entonces, queremos que quien esté gobernando le vaya bien y trabajamos para que la sociedad sea más justa, tengamos mano de obra calificada y que encuentre un desarrollo atractivo.
–¿Qué desafíos enfrenta la logística?
– La logística, como actividad, cobró un rol muy importante en los últimos tiempos a nivel mundial y también en la Argentina, donde posee algunas particularidades, ya que es un país muy extenso, con una población altamente concentrada en el ámbito del Gran Buenos Aires, más cuatro o cinco provincias aledañas que generan un subconjunto en un radio de 700 kilómetros. Es el octavo país del mundo, en territorio, pero no en población. Entonces, una de las cosas que estamos entendiendo es que esas particularidades debemos aprovecharlas. No podemos compararnos con logísticas de otras latitudes.
– ¿Cómo está observando el sector?
– Trabajamos muy fuerte en generar una base de datos que nos sirva para entender dónde estamos parados. En 2025, vamos a tener datos más duros y profundos. Nuestra industria está en el orden de los 400.000 colaboradores o más. Somos un actor muy importante dentro de la empleabilidad y un sector de mano de obra intensivo y de servicio.
– ¿Considera que habrá más demanda de mano de obra?
– Eso va a depender del crecimiento de la economía. Somos un agente transversal, no generamos un producto que dependa de sí mismo. O sea, dependemos de que le vaya bien a la sociedad para que consuma y que la industria demande insumos y transporte.
– ¿Las empresas argentinas están actualizadas en tecnología?
– Si, pero no tenemos acceso fácil a la última tecnología, sabemos qué se usa y qué necesitamos. En lo que es software estamos muy bien parados. Pero en hard, o sea desde terminales de radiofrecuencia hasta el equipamiento para operar un depósito, tenemos todavía una oportunidad de mejora a partir de esta apertura para acceder a productos importados. Cuanto más fácil sea esa adquisición vamos a estar más competitivos. A mayor nivel de tecnología, más competitividad y mejor nivel de empleo.
– ¿Cómo avanza la capacitación en el sector?
– Hay capacitación. Las nuevas generaciones están chipiadas de origen para el uso de la tecnología. Eso es muy bueno. En lo que tenemos que ahondar es en la cultura de desarrollarse a través del trabajo. Por eso somos un actor muy concentrado en combatir la informalidad y enfocado en ser una salida de mano de obra calificada y formal para ese núcleo de jóvenes que está buscando trabajar.
– ¿La disminución de obra pública afecta la logística?
– No veníamos de un gran proceso de inversión en infraestructura logística que hayamos visto frenado. Tampoco de construir carreteras y nuevos accesos a los puertos, así que no hay un parate. Lo que hay es necesidad de infraestructura a una tasa mayor de la que teníamos. En los últimos 15 años, hubo mejoras, pero a un ritmo mucho menor al que el mercado demandaba. Dentro de eso estamos poniendo nuestro granito de arena para que el gobierno entienda que, vía el sector privado o el Estado, la infraestructura logística tiene que ser mejorada porque, si se mejora, se genera competitividad que derrama tanto en la reducción de los precios y beneficios para la gente, como también en rédito para el país, a través de exportaciones. Hoy, el sector privado puede mantener las concesiones viales, pero no conozco capacidad de inversión del empresariado local en desarrollar una ruta. Para eso se necesitan organismos multinacionales y acceso al crédito.
– ¿Qué se debería hacer?
– Debemos desarrollar rutas que permitan el tránsito de vehículos de gran porte en forma segura y eficiente. Tenemos que optimizar la matriz de combustible para esos camiones, ya que solo hay dos países en el mundo que tienen gas: Argentina y Rusia. ¿Por qué el resto del mundo impulsa vehículos con motricidad eléctrica? Porque no tienen gas. Yo lo haría si fuera Suecia, Francia o Italia, pero soy Argentina y tengo gas que para el ambiente es mucho más amigable que el gasoil. Estas son las cosas que la logística tiene que empezar a poner arriba de la mesa y ser mucho más demandante de políticas de desarrollo.
– ¿Qué pasa con los puertos?
– Nuestro problema de puertos es geopolítico, no es de competitividad. El puerto de Buenos Aires es hipercompetitivo. El primer problema es con los volúmenes que opera, derivados de la economía local, y el segundo es que tenemos un país en el que la población está concentrada sobre el río. O sea, si en vez de estar en Buenos Aires estuviera en Mar del Plata, Bahía Blanca o Quequén, tendríamos un puerto de aguas profundas. Pero lo tenemos sobre el Río de la Plata y de la margen mala. Comparar nuestras operaciones con las de otras latitudes, no corresponde. Tenemos que empezar a difundir y trasladar al mercado las cuestiones en las que somos buenos. También debemos ver en qué somos malos para corregir, porque eso nos va a dar competitividad.
– ¿El sector puede acceder al crédito?
– El crédito no es una magia. Para darlo el sistema financiero requiere estabilidad macroeconómica para tener una tasa predeciblemente razonable que permita apalancar la inversión, además de la reducción de la inflación y el ordenamiento de las cuentas fiscales, con lo que los bancos están en condiciones de modificar el destinatario del patrimonio que administran. Y así pasa de prestarle al Estado, como en años anteriores, a hacerlo con las empresas. Nuestro sector es demandante de inversión para tener mayor competitividad.