China busca un papel más activo en la economía global

Sentada sobre dos billones de dólares y con la perspectiva de que su economía crezca por lo menos un 6,5% en un año en el que el resto del mundo está en recesión, China llega a la cumbre del G-20 con un alto poder de negociación y con claras intenciones de utilizarlo.

 

La reunión del G-20 será el marco en el que dos potencias, una en ascenso y la otra sumida en una crisis de proporciones históricas, medirán fuerzas para impulsar su agenda en la necesaria reforma del orden financiero internacional.

El crac económico que puso en duda la capacidad de liderazgo de Estados Unidos ha dado a China la oportunidad de saltar al centro de la escena, no sólo como proveedor de capital sino también como dueño de una credibilidad de la que no disponía unas décadas atrás.

La creciente influencia de China quedó en evidencia esta semana, cuando firmó un acuerdo de intercambio cambiario con la Argentina que le permitirá al gobierno de Cristina Kirchner pagar sus importaciones en yuanes sin tener que recurrir al dólar.

El intercambio, el primero que China firma con un país fuera de su órbita regional, es un desafío a la supremacía del dólar como moneda internacional y no es coincidencia que haya sido firmado apenas días antes a la realización de la cumbre.

"No creo que China tenga un interés estratégico en proveer capital a los países en desarrollo, pero sí creo que quiere romper con la hegemonía que tiene Estados Unidos de que sea su moneda la que se utiliza para las transacciones comerciales", dijo a LA NACION Rolando Avendaño, investigador de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).

En efecto, China propuso hace poco el reemplazo del dólar como la divisa supranacional en la que se realicen las transacciones comerciales. La idea fue rechazada de inmediato por Estados Unidos y por la Unión Europea (UE), pero recibió el respaldo de varias naciones latinoamericanas y de Rusia y podría llegar a ser planteada oficialmente en el curso de la cumbre en Londres.

China no pretende debilitar al dólar al punto que peligren los 700.000 millones de dólares que tienen invertidos en bonos del Tesoro norteamericano, sino más bien ejercer el poder que le corresponde como tercera economía global y poseedora del mayor capital en reservas internacionales.

En el contexto multilateral, China aspira a ganar influencia en el Fondo Monetario Internacional (FMI), una institución que ha sido tradicionalmente dominada por los intereses de los países industrializados.

El FMI busca duplicar sus recursos a 500.000 millones de dólares a fin de auxiliar a los países en desarrollo más afectados por la crisis financiera. Y para hacerlo ha comprometido recursos de Estados Unidos y de la UE. China debe contribuir una cuota, pero ha sugerido que cualquier aporte extraordinario debe ir acompañado por un aumento en su capacidad de voto en el organismo.

 

Más representación

El gigante asiático querría ver mayor representación de las naciones emergentes como parte de la reestructuración del sistema financiero internacional, como lo expresó recientemente en un artículo en el diario londinense The Times el vicepremier chino, Wang Qishan. "El G-20 debe ver más allá de las necesidades de los 20 más importantes", escribió el funcionario.

Además de promover la reforma del FMI y la adopción de una nueva moneda supranacional, China está interesada en evitar que las discusiones sobre la necesidad de más y mejores controles económicos se conviertan en mayor proteccionismo.

A pesar de ser un país altamente regulado, China teme la adopción de disposiciones que sean desfavorables para su economía una vez que el comercio internacional se normalice.

El gigante asiático es partidario también de que se adopten medidas que permitan poner algún tipo de límite en los flujos de capital de los países emergentes a los industrializados.

"Los países en desarrollo no tienen mercados financieros que les permitan invertir en su propia economía y por eso China y todos los demás han invertido en Estados Unidos. Ese ha sido parte del problema", explica Avendaño.

Aunque responsable en alguna medida de la crisis global por haber financiado durante tanto tiempo el déficit de cuenta corriente de Estados Unidos, China no llega a Londres con la responsabilidad de explicarse.

Por el contrario, se aproxima con una actitud resuelta y la determinación de reclamar su lugar en la mesa de las grandes decisiones económicas. El centro de gravedad del mundo está migrando a Asia y la participación de China en esta cumbre del G-20 será una prueba de ello.

 

Fuente: La Nación

03 – 04 – 09

MT