Las empresas logísticas implementan métodos más ecológicos, con lo que la economía circular va ganando espacio en los procesos del sector.
Lo ideal es buscar el equilibrio entre la rentabilidad económica, el cuidado del medio ambiente y las partes interesadas.
La pandemia planteó un escenario completamente nuevo, no solo por el contexto social, sino también para las organizaciones y, en particular, para la logística. Este sector, además de hacer frente al crecimiento de la demanda por el incremento del comercio electrónico, tuvo que adaptarse a las nuevas tendencias en las demandas de los consumidores.
En ese escenario, se dio un mayor uso de productos, envases y envoltorios plásticos descartables, con un ritmo mayor que el que estaba en los índices previos y, a su vez, superior a la velocidad de la que pueden ser procesados para su disposición final o reutilización. Esa circunstancia se sumó al Acuerdo de París de 2015, perteneciente a las Naciones Unidas para lograr los “Objetivos de Desarrollo Sostenible”.
Ante ello, varias empresas se plantearon el deber de encontrar maneras de reducir los desechos y recuperar el inventario en un proceso de economía circular más amigable con el ambiente.
En este contexto, el proceso en el cual un producto regresa desde el cliente al proveedorempezó a ser tendencia gracias a la necesidad de cuidar al medio ambiente, recobrar el valor y realizar una adecuada disposición o remanufactura, lo cual también otorga una ventaja competitiva, incrementa la vida útil de un objeto y aporta beneficios económicos.
Al respecto, la gerente de Calidad, Seguridad y Ambiente de Celsur, Maribel Alvarado, explicó que la empresa desarrolló un plan de responsabilidad social empresaria con múltiples acciones. “Además de la reutilización de los neumáticos de nuestras unidades, una vez que han terminado su ciclo de vida, desde la empresa promovemos el aprovechamiento de los viajes y la bodega, con el objetivo de hacerlos más eficientes, consumiendo menos combustible y reduciendo emisiones”.
Reinserción
La empresa también planteó acciones para la recuperación de ciertos insumos, como bolsas de empaque de pellets de polietileno, que inicialmente se entregan a los clientes y luego se busca poder recuperarlas para su retorno a la planta. De este modo, una vez regresadas al centro logístico, pasan por una máquina que compacta y enfarda estos envases que serán devueltas a la empresa fabricante para que las reinserte en el proceso productivo.
En este marco, la logística inversa ha dado respuesta a las devoluciones y, por ende, sus beneficios van más allá de los ambientales. Los costos de producción en sí disminuyen por no estar usando materiales completamente nuevos, además de disminuir costos de inventario.
Por otro lado, estas acciones incurren en beneficios sociales, ya que se emplean personas que realizan la segregación, recuperación y reciclado. Al tener estos tres ejes, el económico, social y el ambiental, el proceso contribuye a la sustentabilidad y a mejorar la imagen de la compañía.
La implementación de este tipo de acciones puede elevar los costos operativos en un principio, pero también generan un retorno económico en la cadena productiva, optimizando los recursos que mejoran la rentabilidad, como la reducción de desembolsos por embalajes al reutilizar residuos, mientras que la inversión e implementación de nuevas tecnologías y procesos innovadores para revalorizar los recuperados, dan valor agregado a la empresa.
En esa línea, Alvarado consideró: “Más allá de la logística inversa, cuanto más nos acerquemos también al concepto de logística verde, mucho más enfocado en el origen del problema, más ventajas competitivas se obtendrán, ya sea consiguiendo nuevos clientes, obteniendo financiamiento u otros modos de facilitar el desarrollo de actividades”.
“Sin embargo, es importante estudiar a fondo los costos. Cada empresa debe decidir si los asume o no. Lo ideal es buscar el equilibrio entre la rentabilidad económica, el cuidado del medio ambiente y las partes interesadas”, reconoció la directiva.
Añadió que, además, la empresa reemplazó en aproximadamente diez por ciento su flota de tractores 4×2 por 6×2, “cuyo eje adicional permite transportar una mayor cantidad de toneladas, reduciendo el consumo de combustible en tres por ciento”, precisó.
Por otra parte, en el marco de su plan de responsabilidad social empresarial, Celsur traslada los neumáticos que cumplieron su ciclo de vida útil a un centro de tratamiento donde los procesan para luego fabricar suelas de zapatillas, pasto sintético, baldosas, entre otros productos.
La idea planteada es que a futuro se debería satisfacer a los clientes mejorando el servicio mediante optimización de recursos y costos; que están relacionados con la disminución del impacto ambiental y un comportamiento socialmente responsable de las empresas.
FUENTE: Suplemento Transporte & Logística – La Nación