Hay empresas de transporte que están abandonando la actividad y por eso faltan camiones, según una directiva de una empresa de soluciones tecnológica en un encuentro de Arlog.
“Tenemos corredores desbalanceados en zonas de altísima producción como Cuyo y el NOA”.
Natalia González, gerente de Operaciones y Comercial de ITSA aseguró que “muchas empresas decidieron dejar de trabajar y eso explica la falta de unidades”, durante el primer desayuno virtual del año organizado por la Asociación Argentina de Logística Empresaria (Arlog), durante el que también disertaron Oscar Desanzo, gerente de Logística de Bavosi; Javier Rojo, gerente de Logística de Seaboard Energías Renovables y Alimentos.
Cerca de 200 personas fueron parte del webinar que, debido a las restricciones derivadas de la pandemia, se realizó a través de la plataforma Zoom y en simultáneo por YouTube, y abordó problemas del transporte de cargas como la elevada demanda, la falta de unidades y el desbalanceo de cargas entre origen y destino.
En su carácter de gerente de Logística de una pyme, Desanzo señaló que uno de los principales problemas logísticos son las diferencias entre zonas de producción y de consumo: “Tenemos corredores desbalanceados en zonas de altísima producción como Cuyo y el NOA. Otra zona donde encontramos una doble complicación es en Mar del Plata”.
Otros inconveniente que marcó fue el de las diversidades significativas de tarifas para las mismas zonas y distancias; los cortes de rutas o de los accesos a los puertos que disminuyen la oferta de unidades; las demoras en los límites interprovinciales y los impuestos en las distintas jurisdicciones.
Desde el lado de las grandes empresas, Rojo abordó la situación desde tres perspectivas: el mercado, el nivel de servicio y la rentabilidad de la cadena de valor. “Nosotros estamos ubicados en un complejo agroindustrial en Orán, Salta. Tenemos un flujo de productos, sobre todo azúcar, que se destina en un 50% al AMBA”, señaló como introducción.
“Entre junio y setiembre, hay una necesidad de cargas desde el norte hacia los puertos generada por los cítricos, el tabaco, la soja y el maní. Y eso revierte el balance de cargas. El costo del desbalance mayormente lo paga el que tiene mayor necesidad”, aseguró.
González, en tanto, afirmó que la planificación es muy difícil de sostener y los cuellos de botella por falta de disponibilidad de unidades se repiten periódicamente: “El capital de trabajo que las empresas de transporte necesitan para funcionar es muchísimo más alto que el que necesitaban el año pasado. Por esta razón, muchas decidieron dejar de trabajar y eso explica la falta de unidades”.
“Si las empresas quisieran salir a invertir y ampliar su flota, no hay entregas de camiones, semis o acoplados hasta diciembre. Otro problema es el desbalance financiero, ya que todos los costos del transporte son al contado o anticipado, mientras que los plazos de cobranza rondan los 45 a 50 días. Otro punto que afecta a la falta de unidades son las negociaciones constantes sobre los ajustes tarifarios. Con los constantes recortes de los incrementos las empresas no pueden reinvertir para renovar su flota”, completó.