Este año comienza a definir un escenario que abre las puertas a mayores
expectativas para el autotransporte de cargas. En base a indicadores que
muestran mejores desempeños en rubros específicos, empiezan a crearse
condiciones para pensar que a los transportistas les espera un mejor
futuro.
No obstante, vale hacer hincapié en temas centrales para nuestra actividad
que aún no fueron resueltos de forma efectiva. El impacto fiscal que
reciben las empresas del sector es lo suficientemente fuerte como para
aminorar su competitividad y para ralentizar su desarrollo, que es clave
para la salud económica del país. A su vez, la importante incidencia del
pago de impuestos en este rubro demuestra que no somos formadores
de precios.
El gasoil es fundamental para las operaciones de la actividad: ocupa la
mitad del consumo interno local y llega a representar un 40% en la estructura
de costos (media y larga distancia). En una situación de alza de costos,
los empresarios del autotransporte se enfrentan a una serie compleja de
obstáculos.
Recientemente se sumó una incertidumbre a este contexto, que es la decisión
del Estado nacional de desregular el mercado de combustibles. Sin su
intervención, habrá que esperar para saber cuál será el comportamiento
de los precios y del consumo de este insumo.
En el caso que una mayor competencia y transparencia provoque una baja
de costos, sin dudas, los transportistas se verán beneficiados. En cambio,
si los valores suben, las empresas del sector se verán más afectadas, lo
que contribuiría a un aumento de precios e impactaría de forma negativa
a la economía e industrias argentinas.
El nuevo panorama en el que se abre la Argentina para alcanzar los objetivos
comunes al desarrollo, la transparencia y la gestión sostenida en el
diálogo entre lo público y privado, es el camino correcto para transformar
las palabras en acciones hacia una Argentina mejor.
expectativas para el autotransporte de cargas. En base a indicadores que
muestran mejores desempeños en rubros específicos, empiezan a crearse
condiciones para pensar que a los transportistas les espera un mejor
futuro.
No obstante, vale hacer hincapié en temas centrales para nuestra actividad
que aún no fueron resueltos de forma efectiva. El impacto fiscal que
reciben las empresas del sector es lo suficientemente fuerte como para
aminorar su competitividad y para ralentizar su desarrollo, que es clave
para la salud económica del país. A su vez, la importante incidencia del
pago de impuestos en este rubro demuestra que no somos formadores
de precios.
El gasoil es fundamental para las operaciones de la actividad: ocupa la
mitad del consumo interno local y llega a representar un 40% en la estructura
de costos (media y larga distancia). En una situación de alza de costos,
los empresarios del autotransporte se enfrentan a una serie compleja de
obstáculos.
Recientemente se sumó una incertidumbre a este contexto, que es la decisión
del Estado nacional de desregular el mercado de combustibles. Sin su
intervención, habrá que esperar para saber cuál será el comportamiento
de los precios y del consumo de este insumo.
En el caso que una mayor competencia y transparencia provoque una baja
de costos, sin dudas, los transportistas se verán beneficiados. En cambio,
si los valores suben, las empresas del sector se verán más afectadas, lo
que contribuiría a un aumento de precios e impactaría de forma negativa
a la economía e industrias argentinas.
El nuevo panorama en el que se abre la Argentina para alcanzar los objetivos
comunes al desarrollo, la transparencia y la gestión sostenida en el
diálogo entre lo público y privado, es el camino correcto para transformar
las palabras en acciones hacia una Argentina mejor.