Un sobre amigable con el medio ambiente

Según algunos estudios, la carta contaminaría menos que el correo electrónico, pero además hay iniciativas para disminuir más su huella de carbono.

El cuidado del medio ambiente se convirtió en una de las principales puntas de la responsabilidad social empresaria y, en tal sentido, la medición de la huella de carbono de cualquier proceso de la cadena se ha establecido como uno de los medios para establecer el impacto de esa operación sobre el planeta.
Desde la segunda mitad del siglo pasado, las agencias especializadas recomendaron hacer esa medición desde el inicio del ciclo, con la obtención de la materia prima, hasta su conclusión en la deposición final de envases y residuos.
Uno de los sectores hacia los que se apuntó como de mayor responsabilidad en ese perjuicio ambiental fue el correo en papel y el correo electrónico apareció como su competidor menos agresivo en ese sentido.
Sin embargo, ese paradigma impulsó a varias entidades que nuclean a las empresas de correos a realizar mediciones de la contaminación derivada de una operación, para permitir que sus asociados adopten medidas que mitiguen su impacto en el ambiente. Los resultados fueron inversos a los previstos.
Así, la Unión Postal Universal (UPU) que nuclea a los prestadores dedicados de 192 países –en su mayoría los correos oficiales- recomendó a sus asociados aplicar la Solución en línea para el análisis y elaboración de informes de emisiones de carbono para el sector postal (Oscar, por su siglas en inglés), con dos protocolos para medir 20 indicadores de desempeño de carbono, compararlos con otros sectores y establecer objetivos en materia de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI).
La herramienta proporcionará mensajes a los participantes con las emisiones de gases de efecto invernadero individuales y un informe detallado de estas emisiones por alcance, fuente y producto, incluyendo comparaciones con años anteriores para establecer los resultados de sus esfuerzos de mitigación y comparar su desempeño con el promedio de la industria.
Por otro lado, según el Estudio de Impacto Ambiental realizado por la Asociación de Empresas de Correo de la República Argentina (Aeca) “el impacto ambiental de la carta simple demuestra que la actividad postal no contamina el medio ambiente”. Pero, además, ese trabajo establecía que durante el proceso, un correo electrónico emitía 19 gramos de dióxido de carbono (CO2), contra sólo 3,92 de un sobre.
Con esos datos, la opinión de los profesionales del sector sería que “la huella de carbono en el sector postal, en la Argentina no es un tema que implique un compromiso con el medio ambiente, es más bien una cuestión de costos logísticos que en los últimos años ha ido creciendo mucho. El ahorro en correo, papel e impresión es muy alto para las compañías que tienen grandes volúmenes de correspondencia”, dijo el especialista Roberto Luppo.
“La disminución de la huella de carbono es un aspecto que no se puede ignorar, pero detenernos en ella como elemento que va a convertir al e-mail en un gran rival, por un tema de medio ambiente, ha sido el falso dogma que se ha utilizado para demonizar la carta o el sobre. En la Argentina ha sido un tema de transferencia de los ingresos que deja de percibir el sector postal por el menor volumen de piezas físicas, y se traduce en el mayor ingreso que percibe la empresa que genera la pieza postal”, destacó.
Enfatizó que “no se mira el tema de la radiación, de la chatarra electrónica, el consumo de energía eléctrica. Sólo se cae en el lugar común instalado de que el papel contamina y nadie analiza si la carta contamina más o menos que el e-mail”, dijo el especialista, quien agregó: “Toda la actividad del hombre genera un impacto en el medio ambiente, el tema es qué genera más”.

Fuente: Transporte & Logística – La Nación
4 de julio de 2017 – ep